lunes, 18 de octubre de 2010

Mara


Amanecer en Arequipa. Óleo. Stain. Mendoza (Argentina)


Nació en la campiña que se extiende al pie de la altiplanicie andina, en una casa solariega de blanca piedra procedente de las canteras del Misti, la misma blanca piedra con la que fue reconstruida Arequipa y edificada la Iglesia de Santa Catalina en la que tomó bautismo, comunión y en santo matrimonio a Héctor, seis meses después de aquella tarde a orillas del Chili, para seguir sus pasos hogar a cuestas a través de todo el continente hasta Santa Marta, donde una madrugada el océano olvidó solicitarle acuerdo para acogerlo en su seno.

10:00 pm

Noche de tormenta. Fin de capítulo. Página 109. Marcador de cuero repujado: Argentina. Intimidad en el amanecer bonaerense. Parque del Sur. Rua Artesanos. Mate. Corralito. Tango callejero. Florida. Estuario del Plata. Anochecer plata ...

03:00 am

Mara despierta angustiada, aturdida. Tarda unos segundos en identificar la familiar penumbra en la que se dibuja el inquieto perfil de los árboles en movimiento. La tormenta sigue arreciando en el exterior. Huracán millas marinas este, corriente norte, sobre el Atlántico. Efectos colaterales. El agua repiquetea en los cristales, las contraventanas sin ajustar golpean la fachada y una rejilla rasgada de la batiente de la entrada cruje atrapada en la barandilla. Orden.

La lluvia ha tomado de la mano a la bahía que aferrada al bosque de arces deambula perezosa sobre la pradera antes de decidir cruzar el puente que atraviesa el río para caminar descalza entre los tréboles del jardín y ascender silenciosa hasta su habitación a susurrarle una canción de cuna. Se acurruca bajo el edredón, se deja mecer por el aroma, y duerme.

09:00 am

Luz tímida entre las nubes. Recoge el libro caído sobre la alfombra. No recuerda en qué momento se quedó dormida, probablemente un segundo antes de colocarlo sobre la mesilla. La envejecida madera del pasillo habla oscilante bajo sus pies mientras camina siguiendo una hilera de marcas de tierra húmeda que termina ante la puerta cerrada de la habitación de Rod.

10:30 am

Desde la cocina le observa. Sentado en la amaca frente a la chimenea, bebe despacio. No concibe dolor más intenso que el de sentirle como a un anciano derrotado.


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